La caída del desgastado régimen leguiísta fue acelerado por:
a) La concesión desmedida de privilegios a la I.P.C.
b) La creación del Banco Central de Reserva para controlar los empréstitos
c) El crack de 1929
d) El desplazamiento completo del capital británico
e) El desarrollo de proyectos irrigacionales
Resolución:
El Oncenio de Leguía, que se extiende desde 1919 hasta 1930, es un periodo crucial en la historia del Perú, caracterizado tanto por importantes reformas y modernizaciones como por una creciente insatisfacción y descontento social que culminaron en la caída de Augusto B. Leguía. Para entender la caída de su régimen, es fundamental analizar varios factores que contribuyeron a su desgaste y eventual derrocamiento.
Augusto B. Leguía llegó al poder en 1919 mediante un golpe de Estado, marcando el inicio de una dictadura conocida como el "Oncenio". Durante su gobierno, Leguía implementó una serie de reformas orientadas a modernizar el país, incluyendo la expansión de la infraestructura, la mejora de la educación y la promoción de la inversión extranjera, especialmente la estadounidense. Sin embargo, su periodo también estuvo marcado por la corrupción, el autoritarismo y el endeudamiento excesivo.
Uno de los factores principales que aceleraron la caída del régimen leguiísta fue la concesión desmedida de privilegios a la International Petroleum Company (I.P.C.), una empresa estadounidense que obtuvo derechos significativos sobre la explotación petrolera en Perú. Estas concesiones fueron vistas como una entrega de la soberanía nacional a intereses extranjeros, lo que generó un fuerte resentimiento entre diversos sectores de la sociedad peruana, incluidos los nacionalistas, los intelectuales y los trabajadores. La percepción de que Leguía estaba vendiendo los recursos nacionales a compañías extranjeras minó su popularidad y fomentó la oposición.
Otro factor que exacerbó la situación fue el crack de 1929, que tuvo repercusiones globales y afectó gravemente la economía peruana. La Gran Depresión resultante del colapso de la bolsa de valores de Nueva York provocó una caída drástica en los precios de las materias primas, de las cuales el Perú dependía en gran medida para su economía. Esto llevó a una crisis económica interna, con altos niveles de desempleo, reducción de ingresos fiscales y una creciente deuda externa. La incapacidad del gobierno de Leguía para manejar eficazmente los efectos de esta crisis económica aumentó el descontento popular y la inestabilidad política. El desplazamiento del capital británico por el capital estadounidense también jugó un papel importante. Durante el Oncenio, Leguía promovió la inversión de capital estadounidense en detrimento del capital británico, que había sido dominante hasta ese momento. Esta transición no solo alteró las relaciones económicas del Perú, sino que también generó tensiones políticas y sociales, ya que muchos sectores veían con recelo la creciente influencia estadounidense.
En cuanto a la creación del Banco Central de Reserva en 1922, si bien fue una medida destinada a regular la economía y controlar los empréstitos, no fue suficiente para contrarrestar los efectos negativos de la crisis económica mundial ni para restaurar la confianza en el gobierno de Leguía.
Por último, aunque el desarrollo de proyectos irrigacionales fue una de las apuestas de Leguía para modernizar la agricultura y promover el desarrollo, estos proyectos no lograron compensar los efectos negativos de la crisis económica ni calmar el descontento social que crecía en el país.
En resumen, la caída del régimen de Leguía fue acelerada principalmente por la concesión desmedida de privilegios a la I.P.C., que minó su popularidad y soberanía nacional, y por el impacto devastador del crack de 1929, que agravó la crisis económica y aumentó la inestabilidad política. Estos factores, combinados con el descontento social y las tensiones derivadas del desplazamiento del capital británico por el estadounidense, llevaron al colapso del régimen leguiísta. La insatisfacción generalizada culminó en el golpe de Estado del 22 de agosto de 1930, liderado por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro, marcando el fin del Oncenio de Leguía.