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Ejercicio N° 02

Lesson 2/60 | Tiempo de estudio: 3 Min

La coyuntura religiosa de los Tudor en el siglo XVI se caracterizó por:

a) Un predominio total y absoluto del anglicanismo en le cúspide.
b) Un rechazo frontal y bélico por parte de los Tudor a las fuerzas reformadoras de los protestantes.
c) Un aislamiento político del gobierno en torno a sus preferencias religiosas.
d) Amplió los impuestos provenientes del comercio marítimo en favor del catolicismo en su lucha con los protestantes.
e) El entorno gubernativo y estatal activo como soporte en el afianzamiento del anglicanismo.

Resolución:

La coyuntura religiosa de los Tudor en el siglo XVI es un tema fascinante y complejo que tuvo un impacto significativo tanto en Inglaterra como en Europa. Para entender mejor este período, es crucial conocer el contexto histórico y los eventos clave que definieron la relación entre la monarquía Tudor y las cuestiones religiosas.

La dinastía Tudor comenzó con Enrique VII en 1485 y se prolongó hasta la muerte de Isabel I en 1603. Sin embargo, el siglo XVI estuvo mayormente dominado por tres monarcas: Enrique VIII, Eduardo VI, María I e Isabel I, cada uno de los cuales tuvo un enfoque distinto hacia la religión, lo que contribuyó a una era de gran volatilidad y cambio.

Enrique VIII (1509-1547) es quizás el más famoso de los Tudor por su ruptura con la Iglesia Católica. Originalmente un defensor ferviente del catolicismo (incluso recibió el título de "Defensor de la Fe" por el Papa por su oposición a Martín Lutero), Enrique VIII cambió radicalmente su postura cuando el Papa Clemente VII se negó a anular su matrimonio con Catalina de Aragón. En 1534, a través del Acta de Supremacía, Enrique VIII se declaró Cabeza Suprema de la Iglesia de Inglaterra, separando así la iglesia inglesa de la autoridad papal y estableciendo el anglicanismo. Esta acción no solo fue motivada por cuestiones personales, sino también por un deseo de consolidar su poder y controlar los vastos recursos eclesiásticos.

Tras la muerte de Enrique VIII, su hijo Eduardo VI (1547-1553) ascendió al trono. Eduardo, influenciado por sus consejeros protestantes, llevó la reforma anglicana aún más lejos. Durante su breve reinado, se implementaron varias reformas que establecieron el protestantismo más firmemente, incluyendo la introducción del "Book of Common Prayer" y la abolición de muchos rituales y prácticas católicas.

El reinado de María I (1553-1558), también conocida como "Bloody Mary", marcó un intento de revertir las reformas protestantes de sus predecesores. María, una devota católica, buscó restaurar el catolicismo en Inglaterra y revertir el Acta de Supremacía. Su reinado estuvo marcado por la persecución de protestantes, lo que llevó a la ejecución de alrededor de 300 reformadores, ganándole su infame apodo. Sin embargo, su reinado fue corto y, a su muerte, el protestantismo aún tenía un apoyo considerable en Inglaterra.

Finalmente, el ascenso de Isabel I (1558-1603) consolidó el anglicanismo como la religión oficial de Inglaterra. Isabel buscó un término medio, conocido como el "settlement isabelino", que intentó reconciliar a los católicos y protestantes moderados. En 1559, el Parlamento aprobó una nueva Acta de Supremacía, declarando a Isabel como Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra. Además, la Acta de Uniformidad de 1559 estableció el "Book of Common Prayer" como el único texto litúrgico autorizado. Isabel enfrentó numerosos desafíos, incluyendo la amenaza de invasión de la España católica y conspiraciones internas, pero logró mantener la estabilidad religiosa a través de una combinación de firmeza y tolerancia.

En resumen, la opción correcta para la coyuntura religiosa de los Tudor en el siglo XVI es la letra e: "El entorno gubernativo y estatal activo como soporte en el afianzamiento del anglicanismo." Este período estuvo marcado por la intervención activa del estado en cuestiones religiosas, con la monarquía Tudor utilizando su poder para establecer, reforzar y mantener el anglicanismo como la religión dominante en Inglaterra. Esta intervención no solo tuvo implicaciones religiosas, sino también políticas y sociales, afectando profundamente la estructura y el funcionamiento del país durante siglos.